Paco bueno, Paco malo. Un simulacro de democracia

Por Juan Pablo Pozo

Creo haber leído hace unos días a alguien que comparaba el panorama político chileno con el espectáculo de lucha libre. Al igual que en este violento encontrón entre rivales enmascarados, que demuestran su aversión ante las cámaras y que mantienen furiosos ataques cuerpo a cuerpo, la supuesta contradicción derecha concertación, sólo se trataría de acrobacias. Piruetas más o menos sofisticadas, que pretenden simular una lucha inexistente, un divertimento en el que el público se deja embaucar para distraerse y agitar sus pasiones, pero que no produce heridos ni contusos dentro del ring. Un perfecto simulacro que asegura la continuidad de la farsa y que brinda generosas ganancias a los dueños del circo, por lo que el espectáculo se sigue montando día a día, pues el show debe continuar.

Me pareció una figura completamente acertada pues, el paso de los años nos han permitido con cada vez mayor claridad darnos cuenta que hace ya algunas décadas que nuestro país vive atrapado en esta falsa confrontación, en un binomio (bimomio) de fantasía compuesto por los que crearon el modelo y los que lo han administrado. Unos han mostrado la cara más amable, cediendo algunos derechos ciudadanos, y los otros han mantenido su imagen dura, de implacables defensores de lo establecido y pactado por ambos.

Igual que en las películas donde interrogan a un sospechoso, un sector ha hecho el papel de paco bueno y el otro de paco malo, se alternan, y mientras uno lo presiona y violenta, el otro lo contiene emocionalmente, le permite ciertas licencias, le enciende un cigarrillo, le sirve un café, lo escucha y le advierte del pronto regreso del paco malo, Que es mejor que confiese.

Tras el panóptico disfrazado de espejo, por el que vigilan el cuerpo reducido del prisionero, acuerdan, paco bueno y paco malo, la estrategia para hacer confesar al sospechoso y hacerlo caer.

Así, durante años oímos la advertencia de que el paco malo volvería, que era mejor que dijéramos lo que ellos querían oír. Y caímos varias veces, hasta que llegó la hora de la alternancia. Finalmente el paco malo está aquí  y al menos en lo que va del gobierno de Piñera, contrariamente a lo que la alianza por Chile anunció en cada campaña, no hay un cambio profundo en lo que se ha venido haciendo en los últimos 20 años. Más allá de las (a veces bastante impresionantes) diferencias de estilo, el modelo es el mismo y nadie habla (ni lo hará) de dar un gran golpe de timón que nos lleve por otro rumbo.

Quizás dónde más se note la mano del paco malo hasta ahora sea en los llamados temas valóricos, ese campo que es nuestro propio cuerpo y su autonomía, y que se convierte en el campo de batalla sobre el que se constituyen y perpetúan las bases de la enorme brecha de desigualdad que nos recorren de norte a sur y de pies a cabeza.

Despojarnos de autonomía sobre nuestros cuerpos, especialmente en el caso de las mujeres, asegura y fortalece el entramado jerárquico que tarde o temprano (y es lo que ellos esperan), se traduce en un asunto económico que los favorece (A ambos pacos, al bueno y al malo).

¿Cuál será la posición que tomarán ante este panorama las organizaciones que pretenden quedar fuera de la hegemonía heteronormativa?

Continuará…

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